ENSEÑAR LA IMAGEN DEL CUADRO Nº1
Por la noche, cuando el pintor se fue a descansar, los colores del
cuadro empezaron a hablar todos a la vez, cada uno con su propia historia, allí
no había quien se enterase de nada, nadie escuchaba, todos hablaban.
El verde decía que quería
cantar, o ¿era el rojo el que quería cantar y el verde bailar?
-No sé- el amarillo creo que
quería comerse un pastel y el azul patinar o bailar…
¡Qué guirigay!, ¡qué jaleo!,
¡qué alboroto! Nadie prestaba atención.
Así que el blanco, que estaba en
la caja, muy enfadado, porque no había sido utilizado, dijo:
-¡Ya basta, silencio!- Y echando
un chorreón por todo el lienzo, lo dejó todo blanco y en silencio.
ENSEÑAR LA IMAGEN DEL CUADRO Nº2
Por la mañana, cuando el pintor
llegó a su estudio y vio el cuadro todo blanco se quedó pasmado y dijo:
-
¿Dónde están los colores de mi cuadro?, ¿qué ha pasado esta noche?,
¿habrán sido los duendes?, ¿una bruja?...
Y se le ocurrió una idea,
volvería a pintar el cuadro y se escondería para ver qué sucedía por la noche
en el estudio. Y otra vez pintó con todos los colores sin dejar ningún espacio
para el blanco: rojo, azul, verde, amarillo…
Cuando llegó la noche, se
escondió detrás del sofá…y entonces vio como los colores empezaban todos a hablar
a la vez, nadie se escuchaba, todos querían contar su historia y el blanco, muy
enfadado porque no había sido utilizado, los mandó a callar echando un
chorretón por todo el cuadro dejándolo todo en blanco. El silencio regresó.
El pintor se quedó asombrado
ante lo que vio, pero entonces se dio cuenta de que a su cuadro le faltaba algo
blanco para que se pudiese entender mejor. El pintor volvió a pintar el cuadro,
pero esta vez no se olvidó del blanco… ¡Ahora sí le gustaba de verdad!
ENSEÑAR LA IMAGEN DEL CUADRO Nº3
Cuando llegó la noche los
colores empezaron a hablar, pero ya no lo hacían todos a la vez, ahora se
escuchaban los unos a los otros y contaban sus historias esperando a que el
otro terminase de contar la suya, así se enteraron que el verde quería ser
cantante, que el rojo había ido a bailar a una fiesta y que el amarillo se
había comido un pastel de chocolate. El blanco estaba muy contento y ya no tuvo
que mandar a callar a los colores nunca más.
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